viernes, 27 de diciembre de 2013
domingo, 22 de diciembre de 2013
Sí ... pero ...
Ésta era la coletilla que un amigo mío utilizaba siempre cuando hacías alguna afirmación o comentario sobre cualquier tema. Como comprenderéis esta actitud generaba una sensación de hastío total. No voy a entrar a valorar sus razones, aunque me las puedo imaginar. Lo que sí con el tiempo me he dado cuenta que esa filosofía no es del todo mala, cogida eso sí, con matices.
Trasladada al mundo de la gastronomía y el vino, creo que nos debemos cuestionar todo y no dejarnos influenciar por las estrellas de o los puntos de tal. ¿Son medibles las sensaciones? ¿Quién está dentro de mí para poder puntuar mis gustos?.
Ayer estuve comiendo en un estelado restaurante y necesito escribir los sentimientos que me produjo mi estancia allí.
No voy a discutir su extraordinaria cocina, que además en una ocasión tuve el placer y el privilegio de cenar entre sus fogones, pero sí, y me imagino que así debe de ser, el plus que debe tener un restaurante para dicha mención.Y me refiero al servicio de la sala.
Primero, las cosas no hay que despacharlas, hay que venderlas. Te dejan allí las cartas, tanto de comida como de vino y ahí te apañes. Luego viene con la libretita y venga, ustedes dirán.
Segundo, una vez decidido lo que íbamos a beber, hasta el segundo plato no nos habían servido nada y eso que ya les había avisado de la circunstancia.
Tercero, no se puede empezar a retirar platos cuando hay algún comensal que no ha terminado y menos poner a servir el siguiente. Si tienen prisa no poner menús con veinte platos.
Cuarto, no sé las veces porque perdí la cuenta, que se asomaron para ver si habíamos acabado, eso sí fueron prestos a la hora de traer la cuenta. Por cierto, al jefe de sala-sumiller sólo lo vi para tomar la comanda, y eso que es conocido mío.
La relajación y la autocomplaciencia no son nada buenas y para estar en este complicado mundo de la hostelería, debes estar siempre como el primer día, sin descuidar ningún detalle y tener claro quien te da de comer, que paradójicamente es el que está comiendo allí.
Trasladada al mundo de la gastronomía y el vino, creo que nos debemos cuestionar todo y no dejarnos influenciar por las estrellas de o los puntos de tal. ¿Son medibles las sensaciones? ¿Quién está dentro de mí para poder puntuar mis gustos?.
Ayer estuve comiendo en un estelado restaurante y necesito escribir los sentimientos que me produjo mi estancia allí.
No voy a discutir su extraordinaria cocina, que además en una ocasión tuve el placer y el privilegio de cenar entre sus fogones, pero sí, y me imagino que así debe de ser, el plus que debe tener un restaurante para dicha mención.Y me refiero al servicio de la sala.
Primero, las cosas no hay que despacharlas, hay que venderlas. Te dejan allí las cartas, tanto de comida como de vino y ahí te apañes. Luego viene con la libretita y venga, ustedes dirán.
Segundo, una vez decidido lo que íbamos a beber, hasta el segundo plato no nos habían servido nada y eso que ya les había avisado de la circunstancia.
Tercero, no se puede empezar a retirar platos cuando hay algún comensal que no ha terminado y menos poner a servir el siguiente. Si tienen prisa no poner menús con veinte platos.
Cuarto, no sé las veces porque perdí la cuenta, que se asomaron para ver si habíamos acabado, eso sí fueron prestos a la hora de traer la cuenta. Por cierto, al jefe de sala-sumiller sólo lo vi para tomar la comanda, y eso que es conocido mío.
La relajación y la autocomplaciencia no son nada buenas y para estar en este complicado mundo de la hostelería, debes estar siempre como el primer día, sin descuidar ningún detalle y tener claro quien te da de comer, que paradójicamente es el que está comiendo allí.
Entiendo que por más 100 euros por comensal se debería tener un poco más de consideración, digo yo.
lunes, 16 de diciembre de 2013
CATA FWT DICIEMBRE 2.013
MICRO-RESEÑA DE LA CATA FWT DEL 10 DE DICIEMBRE
2.013
Lugar: Tiza y Flor. Hora: 20:00 en punto hora española (es
decir, a las 21:00) Asistentes: Lara, Carmen, Miguel Ángel, Emilio, Ángel, Gegan,
Sergio Remacha, nuestro anfitrión Pedro y el que sus escribe.
Comenzamos
el calentamiento con dos vinos a cara descubierta, un rosado elaborado de forma
artesanal y biodinámica por Ángel, precioso de color, cárnico en nariz y de
boca cambiante pero bastante seria, con un final amargoso que en mi opinión
pedía un paso por madera para terminar el experimento y ver si el resultado
ofrece algo fuera de lo común (las notas de cata del señor Garri no las pongo,
por si algún niño accediera al blog).
El
segundo descubierto fue un blanco de Montilla Moriles de PX, fermentado en
tinaja bajo un ligero velo flor (tan ligero que parece no existir). Color
fuerte y evolucionado para un joven, sabor agradable y graduación alta (14,5º).
Para el precio, menos de 4€ al público, no está mal y al menos presenta notas
de originalidad.
A
partir de aquí comienzan los blancos tapados, encabezados por un Rías Baixas
muy maduro en aromas, con prevalencia de perfume y melocotón y demasiado dulce
en boca: Dos amigos 2.011. Nadie acertó la variedad ni la zona, ya que era bastante
atípico.
Los
gallegos siguieron representados por un Ribeiro: Eduardo peña 2.011. Aquí los
catadores se aproximaron a la zona. En cuanto a las variedades, al ser varias
dentro de su coupage, nos salvaron de hacer el “ridi”.
Otro
gallego, esta vez con crianza en madera: Nora da Neve 2.007, albariño 100%, con
un color que denotaba esa crianza y los años de botella. Flojo en acidez y
hueco en final. Una pena haberlo guardado más de dos años, porque ha perdido
más que ha ganado. Como anécdota, enumero las variedades propuestas por nuestro
experto panel de cata: Verdejo, Riesling, Sauvignon Blanc, Chardonnay y Gewurztraminer.
Casi “ná”.
Primer
tinto: Habla 2.010. Aunque la botella “habla” por si sola y dejó poco que
adivinar, pudimos disfrutar de un syrah bien elaborado y fue uno de los que más
gustó.
Penya
Cadiella 2.008. El popurrí de uvas de este vino dio para un rato de risas y
sonrojos cuando se destapó, ya que alguno se fue a Francia, otro a Italia y
varios al norte peninsular.
Ostatu
2.008 selección. También pocas dudas respecto a la zona y al estilo de vino.
Batante calidad. Gustó.
Chateau
Palais Cardinal 2.010. La nariz al principio dio un pequeños susto a un par de
catadores, pero en cuanto se abrió, desveló un buen vino, con bastante calidad
y digno representante de la zona.
Vino
alemán 2.002. Nariz cerrada, con cuero y algo de establo. Una vez que respiró
se presentó en vista desvahído, como no puede ser de otra forma por la zona y
edad, balsámico y ahumado en olfativa y con una boca cuanto menos curiosa.
Pocas veces tenemos ocasión de probar un vino de esas características y por
cierto de una gran calidad y categoría dentro de su sector y territorio.
Carmelo
Rodero Crianza 2.009 formato magnum. Sorpresa no muy grata cuando se desveló.
Se esperaba más de este vino y de su elaborador.
Moscatel de Setúbal 20 años Alambre.
Enorme, evocador, pleno, intenso. Podría llenar varias líneas de adjetivos
similares. Un placer desconocido por estas latitudes que mereció la pena
experimentar.
El
anfitrión nos regaló el paladar con dos espumosos de la Champagne de la misma
Francia, un Roger Colulon Reserve de L'Hommèe Premier Cru y un Claude Cazals Blanc de blancs Grand Cru, pudiendo disfrutar del buen criterio de Pedro al
elegir el producto.
El
piscolabis, cocina de autor autografiada por la camarera fiel, nos hizo
redondear la faena, que acabamos con un licor de turrón de Xixona que nos
endulzó la velada y nos hizo brindar por la amistad.
1.- ROSADO ARTESANAL ANGEL
2.- LAGAR LA PRIMILLA
3.- DOS AMIGOS 2.011 R. BAIXAS
4.- EDUARDO PEÑA 2.011 RIBEIRO
5.- NORA DA NEVE 2.007 RIAS BAIXAS
6.- HABLA DIEZ SHYRAZ 2010
7.- PENYA CADIELLA 2008
8.- BOTANI 2.011
9.- OSTATU 2008 SELECCIÓN
10.- CHATEAU PALAIS CARDINAL 2.010
11.- ALEMÁN 2.002
12.- TORREMUGA 1.998
13.- CARMELO RODERO CRIANZA 2.009 MAGNUM
14.- ALAMBRE MOSCATEL DE SETUBAL 20 AÑOS
15.- CAMPAN ROGER COULON
16.- CHAMPAN CLAUDE CAZALS
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